lunes, 28 de mayo de 2012

Desencuentro



Los desencuentros en la vida suelen ser más frecuentes que los encuentros. Si hacemos un balance,  nos daremos cuenta que son muchos más los desencuentros con personas que tal vez hubieran cambiado nuestra historia,  que aquellos  tantos encuentros que no nos llevaron a nada.
El gran desencuentro de mi vida, es  hombre muy especial, con quien puedo pasarme horas hablando de cualquier cosa sin aburrirme, de sus ideas, de  las mías; sus sueños, el  trabajo, lo que pensamos  de esto o aquello, todo fluye entre nosotros. Pero jamás nos encontramos realmente.  No pudimos encontrarnos en un beso, en una caricia, en rozarnos la piel. 
En el preciso momento que parece que todo va a ocurrir el desencuentro se apodera de nosotros y nos quedamos ahí, frente a frente mirándonos a los ojos, sonriendo,   y en silencio nos vamos diluyendo  en un “estamos en contacto”, “nos juntamos” y  la distancia hace lo suyo y no lo veo por un tiempo, hasta que comienza todo de nuevo. Se dice que no existe algo mas triste que observar  a la persona que uno quiere  alejándose por  una calle con la certeza de que jamás la volveremos a ver. 
Mi tristeza es ver como se aleja por la calle sabiendo que volveré a verlo y volveremos a desencontrarnos como tantas otras veces.  

martes, 15 de mayo de 2012


Voy de frente y sin cuidarme


A lo largo de mi vida aprendí que no hay mejor cosa para uno mismo que ir de frente. Aunque lo que estén en frente muchas veces no les guste y terminen sin hablarte.  Con el tiempo comprendí  que reacciones como estas no son tan graves y personas que se ofenden, poco importan al momento de ponerlos en la balanza de nuestros afectos.
Igual de una manera u otra madurar también se trata de hacer lo políticamente correcto en ciertas circunstancias, es entonces cuando por momentos nos perdemos y dejamos de ser nosotros mismos, ya sea por el que pensaran o porque nos conviene en situaciones puntuales. 
Pero amigos cuando nuestra naturaleza es ir al frente, debemos hacerlo sin cuidarnos de nada porque es la única manera de ser nosotros mismos sin estar dispuestos a pagar el precio que impongan los de afuera.