Las profecías, el fin y la verdad...
La profecía que
interpretaron aquellos apocalípticos de
siempre acerca de que el 11-11-11 se acabaría el mundo obviamente no se
cumplió. Ese día festejamos un año más de mi amiga Ximena, todo un
acontecimiento.
Los apocalípticos nunca se rinden y ahora dicen que esperemos el
fin para 2012, el eterno retorno de un caos que pronostican y nunca llega. A
pesar de todas las calamidades que existen, el mundo sigue siendo un lugar
hermoso para vivir. Siempre depende del
cristal por el que se mire. Existieron y
seguirán haciéndolo, destructores, asesinos, insensibles de un lado y gente que
lucha por construir un mundo mejor, gente con esperanzas, gente que se conmueve
a cada instante del otro.
Tal vez en algo no estaban
equivocados, con respecto al fin, aquellos pesimistas. Porque el fin de la
oscuridad sobre acontecimientos que creíamos perdidos para siempre, llego. Cuerpos
aparecen y hablan desde tumbas escondidas y encontradas después de años
desaparecidos, documentos confeccionados
por los dictadores y puestos a resguardos en el Uruguay relatan el horror, demostrando que no eran unos cuantos locos
ilusorios que vieron caer gente desde aviones en aquella época negra argentina. Dictadores asesinos
que se mueren, no todo es tan caótico,
El fin del Mundo no llego,
pero el mundo se convulsiona tratando de poner fin a sistemas y formas de
gobierno.
En 2011, se desató la mayor crisis económica
mundial que aún no cesa y el capitalismo intenta cada día devorarse a ricos y
poderosos, torturando a trabajadores, jóvenes que luchan indignados por un nuevo
mayo francés pero esta vez en todo el mundo.
Dictaduras que caen en manos
de rebeldes, aunque los incorregibles de siempre no pierden el tiempo para
convertirse en salvadores encubiertos.
Este mundo del capitalismo
salvaje y globalizado ya no puede ocultar sus miserias por demasiado tiempo, las
máscaras se caen con la velocidad de un
cliqueo. Pero también a la misma velocidad se multiplican las campañas por un
mundo mejor.
Puede parecer absurdo pero
yo no creo en ningún dios y prefiero creer en la humanidad. Creo que, aunque
parezca utópico, un día vencerá esa parte maravillosa que tenemos los seres humanos
de producir a gran escala, aquellos
actos de amor, creatividad y belleza que a lo largo de nuestra historia
demostramos que somos capaces de realizar.