Y así te llegan las verdades…,
una tarde cualquiera, cuando decidiste cambiar el
rumbo de tu vida y algunos amigos de toda la vida se transforman en el dedo
acusador de una traición absurda. A tus espaldas, intentando disimular como lo
hicieron los últimos años, tratan de borrar tu imagen. Quien puede contra el
placer del mediocre que por fin es el centro de atención que nunca pudo lograr
por sí mismo.
De
mis decisiones no me arrepiento, continuo siendo la misma y la gente que
siempre me quiso sigue aquí, igual que siempre. Solo me reprocho el no haber
actuado antes. El no querer ver, porque lo sabía, que hacía mucho tiempo las
cosas eran así. Mi espalda llena de puñales de quienes se embanderaban
diciéndose “amigos de toda la vida”.
Existen momentos justos en los que hay que seguir
adelante sin mirar atrás, porque corremos el riego de que la profecía se cumpla
y nos transformemos en estatuas de sal.
Hay que mirar hacia delante, con los ojos fijos en el camino y el
pensamiento puesto en los objetivos. Desde hoy seremos
otros, seremos mejores.
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